DIOS SE ACERCÓ
DIOS SE ACERCÓ
MAX LUCADO NOS RECUERDA QUE JESUSCRISTO NO FUE NINGÚN MESÍAS MEDIOCRE.
Por su aspecto podría parecer cualquier cosa, menos un rey. Su rostro está amoratado y enrojecido. Su llanto, si bien fuerte y saludable, es aún así el llanto impotente y penetrante de un bebé. Y depende de forma absoluta de Maria para su bienestar.
La majestad en medio de lo mundano. La santidad en medio de mugre, del estiércol y del sudor ovino. La Divinidad entra en el mundial sobre suelo de un establo, a través del vientre de una joven, y en presencia de un carpintero.
Una maravillosa manera de ver la vida del Salvador… un libro que no es precisamente otro volumen de información acerca de la vida de Cristo, sino una obra que lo llevará al encuentro con el Maestro mismo.